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Echar un capote

  • Roberto Lagartos
  • 11 nov 2016
  • 1 Min. de lectura

El día 3 de Septiembre de 2016 el destino quiso diez años después juntar a los mismos protagonistas: al torero Miguel Ángel Perera y al coso de Campos Góticos. En una época en la que la ‘fiesta del toro’ está tan denostada y vilipendiada, viene como anillo al dedo una tarde de esas que hacen afición y que dejan a las claras la belleza de este espectáculo. Si bien la corrida de ayer permanecerá en el recuerdo de los aficionados como histórica por cortarse 9 orejas y un rabo, más destacable todavía es que tres de esos apéndices fueran simbólicos porque uno de los astados esquivó la muerte gracias al buen hacer del torero extremeño.

Perera, que ya hizo la gesta de indultar a ‘Pitito’, de la ganadería de Valdefresno (primera vez en treinta años de historia del coso) hizo ayer lo propio con ‘Catedrático’, toro negro de 527 kilos de la ganadería también salmantina de Montalvo.

Los taurinos, que no somos ningunos bárbaros ni sádicos, protestamos con fuerza hasta en 2 ocasiones para que el presidente de la plaza perdonase la vida al morlaco, que se ganó la salvación por su nobleza y bravura. Sin duda el hecho más bonito que se puede producir en una Plaza de Toros, y que a la vista está (dos veces en cuarenta años) no es habitual. La pena de la tarde fue la media entrada larga que registró la plaza. Pero estoy seguro que gracias al indulto, en Palencia vamos para arriba y no vamos a dejar de lado a una fiesta, que es muy nuestra.

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