Los "reds",¿De nuevo al estrellato?
- Emilio Magdaleno
- 21 nov 2016
- 4 Min. de lectura

Ser hincha “red” desde que se marchó Rafa Benítez ha sido muy difícil. Se ha presenciado la marcha de pilares fundamentales en la etapa del madrileño en el banquillo de Anfield: Torres, Kuyt, Mascherano, Xabi Alonso… Tras eso, malas decisiones técnicas (porque dinero no faltó ni nunca ha faltado) han hecho del césped de Anfield una tierra baldía, carente de estrellas que brillaran bajo el mandato de Dalglish, Hodgson o el irlandés Brendan Rodgers.
Vale, estaba Luis Suárez, pero fue algo muy efímero, y ahora recibe las botas de Oro bajo el amparo del escudo blaugrana . Por no decir que su dinero no fue usado para sustituirle en la medida de lo posible (ejem, Balotelli, ejem…). Y bueno, también estaba Philippe Coutinho. The Kop ha vivido dos años (desde la marcha del delantero uruguayo) en los que ha estado rezando y encomendándose a que el pequeño mago brasileño se sacara un truco de su chistera y solucionase las dificultades del equipo. Pero el problema estaba en que el de Río no hacía “magia” con la frecuencia deseada.
Irregular, poco competitivo e incluso “mentira futbolística” han sido adjetivos con los que se ha definido a un futbolista, que sin duda poseía un talento como pocos otros en el mundo, pero que sufría para plasmarlo en su juego. Otra de las cuñas para hablar de él en las redes sociales fue “long shot merchant” término que en español se podría traducir “el que vive del tiro lejano”, en referencia a los (escasos) golazos de Coutinho desde fuera del área, una de sus especialidades. A pesar de todo, Anfield lo acogió y lo arropó como la estrella del equipo, casi como aferrándose a un clavo ardiente, consciente de que Philippe era un diamante por pulir.
Pero entonces, llegó el bombazo: el alemán Jürgen Klopp sustituía a Brendan Rodgers en el banquillo red , y los cinco grises años de “travesía en el desierto” quedaron atrás: sólo se podía mirar al futuro con ilusión, mucha ilusión. La 2015/2016 con el alemán en el banquillo fue una de cal y otra de arena. Se llegó a dos a finales (algo que no se había hecho en cuatro años), para morir a la orilla y perder de forma dolorosa las dos. Manchester City y Sevilla cortaron el sueño del Liverpool de llevarse un trofeo a sus vitrinas en una temporada tan difícil.
Tras un verano de mucha especulación, rumores y cejas arqueadas (incluido yo mismo) por el escaso renombre de los fichajes de Klopp, se empezó la temporada con bastante desconcierto. Pero a estas alturas, creo que todos hemos aprendido la lección. Hay que dejar trabajar a los que saben, y el técnico alemán sin duda sabe. No en vano tiene al Liverpool aupado en las primeras posiciones, jugando a las mil maravillas y sorprendiendo a la vez que encandilando al mundo entero.
El infierno con Mignolet como portero ha terminado con el fichaje de Loris Karius, que solucionará muchos de los problemas del belga: balones aéreos, dominio del área y juego de pies. Joël Matip, que llegó libre del Schalke, fue educado como mediocentro y eso se nota a la hora de ofrecer una salida de balón limpia y funcional, algo que se les ha resistido a la zaga del Liverpool durante años. Mané está siendo una de las grandes revelaciones de la Premier y Wijnaldum ofrece nuevas opciones en el circuito de pases.
Por otro lado, algunos jugadores que ya estaban en el equipo están ofreciendo su mejor versión con el alemán. Henderson, un interior box-to-box por naturaleza, ha encajado como guante en la posición de mediocentro y es el jugador que más pases ha dado en la Premier. Adam Lallana se ha convertido en una máquina de la presión y ha solucionado su divorcio con el gol, produciendo más que nunca. Lovren, al lado de Matip, ha vuelto a ser ese solidísimo central que era en el Southampton.
En definitiva, el Liverpool se ha convertido en un equipo de autor, una máquina cuyos engranajes funcionan a la perfección, practicando un fútbol vistoso y divertido, donde el colectivo prima por encima de las individualidades. Pero cuando tienes a Philippe Coutinho en tu equipo, no puedes dejar completamente de lado el plano individual.
El brasileño lleva un comienzo de temporada de ensueño, marcando 6 goles y repartiendo 6 asistencias en 13 partidos y se ha erigido como lo más parecido a un líder en el campo que tiene el Liverpool. Klopp le ha dado libertad de movimientos y arropado por el sólido sistema colectivo, el de Río ha encontrado el punto de madurez necesario para rendir siempre. Ahora Coutinho es Coutinho todos los partidos, incluso con su selección donde ya es indiscutible (máximo goleador de la canarinha con 6 tantos en 2016, honor que comparte con el joven Gabriel Jesus de Palmeiras). Lejos de enfocarse tanto en la finalización, nos encontramos con la faceta más asociativa, desequilibrante y participativa del pequeño mago. Quizás lo que necesitaba Phil es que la presión de tener que cargar siempre al equipo a la espalda desapareciese: ahora tiene a su lado a Firmino y Mané formando un delicioso tridente ofensivo, con Sturridge y Origi esperando su oportunidad desde el banquillo. Desde el colectivo, Coutinho se ha erigido como la estrella que todos hemos esperado siempre que fuese, y está siendo de lejos el mejor jugador de la liga inglesa esta temporada junto con un resucitado Eden Hazard.
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